Stephen Michael West estaba condenado a morir el 15 de agosto por el asesinato de una madre y su hija en 1987.
Sin embargo, dos días antes el reo solicitó al Departamento de Correcciones de Tennessee (TDOC, por sus siglas en inglés) cambiar su método de ejecución.
Se tenía previsto que muriera por inyección letal, no obstante West solictó ser ejecutado en la silla eléctrica.
Con ello se convirtió en la tercera persona en elegir ser electrocutada en menos de un año.
Los reos argumentan que la inyección produce una muerte más dolorosa. La califican como una «tortura inconstitucional».
Las autoridades concedieron la solicitud al condenado.
El 15 de agosto, West permaneció bajo observación las 24 horas.
Escogió y comió su última cena: Un sándwich de tiras de carne con queso fundido y una porción de papas a la francesa.
Fue electrocutado, aunque antes de morir dijo «en el principio, Dios creó al hombre. Y Jesús lloró. Eso es todo».
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por lo menos se fue a su gusto, seco por dentro.