El partido de Balaidos dejó, una vez más, un Atlético de Madrid que es una auténtica muñeca rusa. Un equipo que tiene dentro muchos otros equipos. Un Atlético de grandes momentos y de versiones menores. Simeone siempre defiende que insiste a sus futbolistas que los partidos del Atlético se dividen en ‘mini-partidos’ de 15 minutos que hay que superar.
Y nada como ese mosaico de piezas para entender que el equipo del Cholo sigue buscando una regularidad que no termina de encontrar. Sus partidos son una montaña de picos de juego, de momentos lúcidos y sensaciones de potencia, de decisión, de determinación por dominar los encuentros. Y otros de impotencia, de complejos y de dejadez para ser dominado y sufrir. Como todos dirán ustedes. No, como todos no. En el caso del Atlético la irregularidad desde el curso pasado ya es una seña de identidad.
Y si los picos altos no lo fueran tanto, como para vislumbrar el potencial que tiene un equipo con tanta calidad y tan buenos jugadores, nadie se lamentaría cuando llegan los momentos más bajos. El problema de todo esto es que el equipo colchonero de los últimos tiempos es una moneda al aire. Si sale cara el rival parece un pelele. Y si sale cruz, pues en el mejor de los casos suceden cosas como las de Huesca o el Villarreal; y en el peor… las del Leipzig. El caso es que los de Simeone se llevaron los tres puntos con un gol inicial de Suárez y un postrero de Carrasco. Que podrían parecer argumentos suficientes para dictaminar que el Atlético fue muy superior. Lo cierto es que no lo fue. Las dudas siguen ahí. La sensación es que es más de lo que se empeña en mostrar. Un resultado que sirve para sumar a la espera de que los del Cholo decidan qué quieren ser.
El Atlético de Madrid echó mano de las enseñanzas de Jonny Lawrence, ya saben, ahora que está tan de moda. Pegar duro, pegar primero. Y golpeó cuando nadie había puesto nada aún en ninguno de los dos platos de la balanza. Una jugada al primer toque, preciosa y precisa, en la que Koke comenzó a mostrar que estaba en modo clarividente. El vallecano encontró en profundidad a Costa, éste se la dio al primer toque a un Manu Sánchez que parecía más un extremo que un lateral, y el cantero se la puso en bandeja a Suárez para que fusilase.
El Atlético de Madrid salió intenso, mordiendo a su rival, con ganas de olvidarse de las muchas dudas que dejaron los dos empates ante Huesca y Villarreal. Torreira de cinco posicional y Koke llevando la batuta. Con un Lemar más entonado que en otras ocasiones, el once del Atlético dejaba a un Costa por detrás de Suárez . Una opción interesante porque el hispano-brasileño puede pelear muchos balones y arrastrar a muchos marcadores para que el uruguayo viva mejor. Interesante lo que dejó ver el Lagarto, una fórmula para reinventarse ahora que su lugar no es incuestionable.
Por cierto, interesante debut de Torreira. Un cinco más posicional que su antecesor, académico del pase sencillo y certero, menos exuberante en su formas, pero que permite a su pareja de baile, si como es el caso de Koke, armar el juego con más sentido que otras opciones que suele manejar Simeone en esa zona.
Tras el golpe inicial, el Celta, muy necesitado, se asentó y comenzó a carburar. Los primeros 25 minutos dejaron dos ocasiones del Celta, un disparo de Aspas y, sobre todo un remate de Mina a saque de falta, ambos atrapados por Oblak. Pero sobretodo una jugada por la derecha de la defensa rojiblanca, en la que Aspas vio un gran desmarque de Olaza, que la puso al segundo palo donde Beltrán apareció para enviarla al palo.
En este tramo de partido, todo lo bueno que había mostrado el Atlético al arranque, se vino abajo en un tramo. Y el Celta aculó a su rival. Una buena jugada con un pase filtrado dejó a Santi Mina solo, ante un Oblak que le sacó el balón como un portero de balonmano, con el pie. La cuota habitual de milagros del esloveno.
Eran los peores momentos, sólo con el balón de oxígeno de un saque de esquina de Lemar que se fue al larguero. El francés lleva más de un año sin marcar. Habría tenido bemoles que lo hiciese de gol olímpico. Pero ya decimos que de ahí al final de la primera mitad, el Atlético sufrió en varias acciones más, un disparo de Fontán, una casi chilena de Murillo…
Lesión de Costa y Torreira
Arrancó el Atlético con una buena oportunidad que quedó en una mala noticia. Pase en profundidad, de primeras, de un excelso Koke, que dejó en carrera a un Costa que vio a Suárez en el palo más alejado. Al uruguayo le faltó algo de punta de velocidad para llegar antes al balón y tener una mejor posición. Remataba forzado, solo ante Villar y el esférico se iba alto.
La mala noticia no venía del fallo sino de la lesión muscular de Costa en esta acción. Simeone metía a Joao Félix en su lugar y también daba entrada a Felipe por Manu Sánchez, para meter a Hermoso de lateral porque el canterano había ido de más a menos y había sufrido en algunas acciones.
El partido entró en un valle en el que el Atlético se resguardó con algo más de sentido y menos sufrimiento. Se marchó Suárez, que venía de jugar con Uruguay y sobre todo pensando en el Bayern, puesto que con la lesión de Costa a Simeone sólo le queda un ‘9’ puro en la figura del uruguayo (y sí, contamos con que Saponjic sigue en la plantilla). Entraron Carrasco y Llorente. Se marchó un Lemar que dejó buenas sensaciones aunque sigue sin ser un jugador que marque la diferencia. Veremos si es finalmente recuperable o no.
El Atlético acabó sin un nueve de referencia y con algún susto en su portería ante los arreones de un Celta al que se le notaba también falto de confianza. El equipo de Óscar adolece de falta de falta de gol. Si no es Aspas… El cuadro colchonero rozó el segundo gol a los 75 minutos, un pase largo para Correa que el argentino convirtió en un centro para Llorente en el área, el madrileño se dio la vuelta, la pegó dura y abajo para que Villar respondiese con una gran parada.
El Atlético golpeó al final, tras un gran zapatazo de Joao Félix que se estrelló en el larguero y que remachó Carrasco. Un gol que quizás pueda maquillar las sensaciones pero lo cierto es que el Celta puso en más aprietos de los que el potencial del equipo rojiblanco merecerían.